Según sus alumnos y admiradores, con Siqueiros «el arte adquirió una nueva visión política que llevó a transformar esa búsqueda generacional de autenticidad, en el reclamo de la unidad plástica integral de la urbanística moderna».
Se instala en Nueva York y crea el Taller Experimental Siqueiros, en 1936, Define el taller como «un laboratorio de técnicas modernas del arte» y en él explora las posibilidades de las nuevas herramientas, las pinturas industriales, la fotografía y las técnicas del azar; las prácticas del taller buscaban integrar la arquitectura, la pintura y la escultura con los métodos y materiales ofrecidos por la industria. Allí se experimentaba a partir de lo que Siqueiros denominaba «el accidente pictórico», esto es, la práctica de la improvisación mediante técnicas como el goteo de pintura y las texturas con arena. Los chorreones y salpicaduras dejadas caer sobre el lienzo, que luego pasarían a ser emblemáticas del expresionismo abstracto americano, fueron una práctica gestada en el taller de Siqueiros, al que asistieron Jackson Pollock y otros jóvenes que llegarían a formar la primera generación de artistas estadounidenses con un lenguaje propio.
De vuelta a México, en 1940, el gobierno lo acusa de participacion en el atentado contra Leon Trotsky, por lo que huye nuevamente de ´México y pinta murales en Bolivia (1941) y La Habana (1943). Vuelve a México en 1944 y pinta los murales del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México; en Nueva Democracia (1944, Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México) Siqueiros construye un emblema intemporal del triunfo de la libertad. Aunque la pintura tenía 16 metros de longitud, para Siqueiros no era más que «un cuadro grande»; las únicas obras que, según él, merecían el nombre de murales eran las que se articulaban con la arquitectura.
Expone de nuevo en el Palacio de Bellas Artes en 1947. Durante los años cincuenta pinta los murales de la Ciudad Universitaria y del Museo Nacional de Historia de la Ciudad de México.
En 1966 recibe el premio Nacional de Bellas Artes de su país y, en 1967, la Unión Soviética le concede el Premio Lenin de la Paz.
Otro de los legados al pueblo de México fue, sin duda, la Sala de Arte Público Siqueiros, que se localiza en la colonia Polanco, en esta capital, y que alberga su colección de pinturas de caballete así como un amplio archivo documental.
David Alfaro Siqueiros murió el 6 de enero de 1974, en Cuernavaca, Morelos, y sus restos fueron depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres. El 18 de julio de 1980, por decreto presidencial, su obra adquirió el rango de Patrimonio Artístico Nacional.
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